El Carmelo se agrieta y con él lo que queda de mi infancia. Sí, aquellas piedras que se derrumban vieron pasar mis energías juveniles. Pero todo se hunde y naufraga. Aquellas calles por las que me hartaba de pasear, ahora se quiebran y hunden a mis pies. Todo ello no es más que una alegoría de los restos de lo que queda de mi vida. Un recordatorio que estamos de paso y no quedará nada tras nosotros, que algún día todo quedará destruido y no habrá carroña ni para los gusanos. Estoy un poco pesimista pero me horroriza ver lo vulnerable que somos, la temporalidad y fragilidad de las cosas. A veces, ni si quiera duran una vida humana. Es terrible y desolador.
Mis estrellas en tu noche
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Todo está igual,
nada ha cambiado.
Tus ojos me miran
de la misma forma
que la noche aquella.
¿Recuerdas?
Me miraste asombrado
Y quisiste pensarm...
11 years ago
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