Tuesday, June 5, 2007

Insomnio y pesadillas


Parecen temas dispares y sin embargo están íntimamente relacionados. Cuando la tendencia natural es la de tener pesadillas el cuerpo aún deseando entregarse a las brumas del sueño y el olvido, el cerebro se niega a esa rendición pues prefiere estar alerta. En el mundo de los sueños los sentimientos son puros, intensos como en la infancia. Cuando se ama, se odia o se contempla un paisaje esplendoroso, su fuerza es tal que arricona cualquier otro sentimiento. Es el que se siente en su estado primigenio. En la vida real, sin embargo, hay mezclas de otros sentimientos, como aromas que se entrelazan para, a veces, impedir saborear el originario. Por eso, cuando se teme en sueños, se teme de forma total. Cualquier visión horrible se hace insoportable. Pero, a menudo, no tenemos más remedio que continuar contemplando el horror, porque no podemos cerrar los ojos o girarnos. El insomnio, como la fiebre, es el síntoma de que algo no va bien. Es decir, no es la causa sino la consecuencia de un mal. Cuando la angustia o pesadillas acechan, el cerebro se resiste a rendirse al sueño. Lo sé por experiencia. Pero permanecer despierto no es mucho mejor. A veces nos obliga a sumirnos en auténticas tormentas de ideas angustiosas, sin poder desconectar de ellas. Si nos sentimos culpables por algo, esas ideas nos atormentaran cruelmente, haciendo deseable la pesadilla más espeluznante.El objetivo de dormir y soñar es un misterio pero no lo es menos el de despertarse. La pregunta ha sido siempre, por qué dormimos? pero yo añadiría, por qué nos despertamos? por qué unas veces hay sueños vívidos cuya fragancia o fetidez nos acompaña durante el resto del día y otras son solo brumas que se acaban disipando en cuanto nos despertamos? No lo sé. Pero lo cierto es que a veces no he podido olvidarme de algunos de ellos, especialmente de los más horribles y me acordaré de ellos mientras viva y tenga memoria para ello.

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