Me he tenido que rendir una vez más. Y es que mi rendición y mi exilio han sido mis únicos éxitos, los únicos que quizás me puedan salvar, porque significan una huida hacia adelante, aquello que difuminará mis errores y mis angustias al lanzarme deseperadamente hacia el horizonte. Pero sé que habrá cosas que me perseguirán siempre y que por muchas millas que recorra las notaré detrás de mi como la lata atada al rabo del perro. No sé hasta donde podré llegar sin morir de extenuación. No hay señales ni signos que me guien, que me indiquen mi camino. Ni que me digan que no me he equivocado o al menos que los otros eran también erróneos y al menos lo había intentado. Sólo el tiempo me lo dirá si no acaba conmigo.
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